La Paciencia de los Fósiles

 

Salgo en dirección contraria a la puerta del Bar en el Valle Perdido, una de las áreas recreativas más visitadas del Parque Regional de El Valle-Carrascoy; 

cuando la ancha pista se bifurca, continuo por la izquierda, derivando por sendero bajo pinar hacia el chamizo de Rambla Paciencia; 

nace a unos 500 m de altitud, sobre el paraje reconocido por Las Canteras, desciende por el Cerro de Cueva Colorada, Salabosque y Casas del Valle, hasta la urbanización de la finca de La Paloma, desembocando en la Rambla del Puerto.

Voy atento a salirme en pocos metros por traza senderil

 a pista; 

viro a la izquierda en la bifurcación

caminado paralelo a la rambla durante casi 400 m, asciendo por sendero a la derecha, 

cruzando el derruido canal que suministraba agua a la finca de Torre Isabel, ahora con tubos de goma; 

conecto con su pista y la sigo por la izquierda, dejo atrás unos acebuches

 y entro en una cantera abandonada.

En El Valle existieron canteras de yeso y a cielo abierto de roca; comenzaron a explotarse en la era cristiana y de ellas se extraían materiales como cobre, hierro, áridos y principalmente yeso, material que las gentes de aquella época ya utilizaban en sus construcciones. 

Tuvieron su máximo esplendor a mediados del siglo XX, en el que, siendo propiedad del Ayuntamiento de Murcia, eran arrendadas para su explotación por empresas privadas.

Unos escalones en la roca, 

delatan el comienzo de la linea de trincheras de la Guerra Civil, por la que continuo un tramo. 

Cuando ya iniciada la guerra se consolidan los frentes, se hace necesario crear fortificaciones de hormigón y acero, empleados por la tecnología militar de entonces: 

las casamatas o los parapetos con troneras, algunos hechos con mampostería de mortero de hormigón en su parte exterior y con piedra en seco el muro interior; 

en el diseño de la trinchera se curvaba cada cierta distancia, 

para que el enemigo no pudiera enfilar la trinchera completa si lograba penetrar, también por si explotaba una bomba, para que la metralla y onda expansiva no causase estragos; 

los laterales se recubrían con sacos de arena, astillas, trozos de madera y alambre. 

En el suelo se colocaban planchas de madera y se abrían canales a modo de desagüe; el lado de la trinchera que miraba al enemigo se le llama el parapeto (del italiano "-petto", que significa "pecho"), y tenía un escalón de fuego o de tirador; el lado trasero se denomina el parados (del francés "-dos", que significa "espalda").

Voy en descenso 

por un ramblizo 

hacia el enlace con una pista de la finca Torre Isabel;

 al llegar a un antiguo olivar, 

dejo la pista por la derecha, 

realizando un tramo exploratorio muy interesante cercano a la autovía; 

asciendo por los terrenos abancalados de La Pinada, 

hacia la desaparecida Casa de Juan Melgarejo, 

habitada antaño por marqueses que vivían en Madrid y venían durante los meses de verano.

Accedo por su alberca, 

haciendo una breve parada junto a la mesa de piedra y pino monumental, 

en zona ajardinada con palmeras y trepadoras (hedera helix y rubia peregrina), 

recordando tiempos pasados; 

me dirijo en subida 

para ver un nido de ametralladoras para dos máquinas (lo normal es para una sola ametralladora) que se halla en muy buen estado; 

las trincheras, casamatas y nidos de ametralladoras, suponían una economía de soldados para su mantenimiento y defensa,

 debido a la privilegiada posición dominadora, que ostentaban por su ubicación en alto y con vistas;

Inicio la subida hacia el Castillo de Portazgo, 

paso el Crestón de la Tarentola, 

su ejemplar muestra una cola nueva, ya que cuando la pierde puede regenerarla, aunque la nueva es más lisa careciendo de los bultos cónicos prominentes del lomo, patas y cola. 

Estando a menos de 30 cm de mi cabeza no la veía, porque cuando se encuentra activa durante el día el color de la salamanquesa es más oscuro que durante la noche y se encontraba a la sombra bajo un saliente rocoso.

Voy derivando por la izquierda, para descender cortando un ramblizo e iniciar un ascenso monte través, transitando por tramo a media ladera rocosa; 

enlazo en el descenso con otra traza senderil pasando por una covachuela

 y entroncando con la senda pateada que, por la derecha, conduce al Castillo del Portazgo; la sigo por la izquierda

 cruzando otro ramblizo para subir al collado; me va a permitir ir cresteando al Cerro de los Fósiles.

Las formaciones de arenisca con gran cantidad de fósiles incrustados en sus oquedades, 

se pueden acometer descendiendo dos niveles de la estratificación sedimentaria, 

para ello hay que destrepar al menos una vez cuando se acaba la cresta lomera, después accedo al nivel mas bajo donde se encuentra la “cabeza y espinazo del Diablo Cojuelo” 

así como la Concha.

De vuelta al collado, 

desciendo sendeando para rodear las ruinas de una casa con murete, orillada en la pista, 

cruzo Rambla Paciencia para iniciar una subida escalonada por curiosa formación geológica en el Cerro de Cueva Colorada,

 igualmente con abundancia de fósiles en sus abrigos rocosos de erosionadas paredes; 


atesoran los relieves procedentes de una tierra antaño sumergida; 

son areniscas y microconglomerados dispuestos sobre margas de la edad del Mioceno en su periodo Tortoniense. 

A propósito de la denominación “Playa Fósil de la Alberca”, esta ubicación se halla más cercana al Palmar y fuera de los términos municipales de ambos municipios; un estudio sugiere que “los cantos conglomeráticos del cercano Yacimiento del Puerto de la Cadena, no parecen presentar evidencias de actividad biótica marina (bioerosión, crecimientos orgánicos) en un depósito costero o de transición. No obstante, el contexto paleogeográfico, la interpretación de capas infrayacentes y otros afloramientos cercanos evidencian que la línea de costa se encontraba próxima”. A tener en cuenta también que, tanto el “Cerro de los Fósiles” como la “Playa Fósil de la Alberca” se sitúan en triangulación con dos yacimientos de fósiles importantes, Cigarrón y Puerto de la Cadena.

Camino a media ladera ascendiendo progresivamente, con dificultad por los resbalones ante el terreno suelto y pendiente,

 enlazando con el sendero que desciende de lo alto del Cerro de Cueva Colorada. 

Me saca a la pista de la Tubería

de vuelta al aparcamiento del Valle Perdido.

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