Ruta de los Árboles Singulares de la Huerta Murciana

 

Plantar un árbol es cultivar la esperanza de un mundo mejor; los árboles producen oxígeno, purifican el aire, forman suelos fértiles, evitan erosión, mantienen ríos limpios, captan agua para los acuíferos, sirven como refugios para la fauna, propician el establecimiento de otras especies, regeneran los nutrientes del suelo, etc... , adornan nuestras vidas en jardines y alamedas, recreando la naturaleza cercana a nuestras vivencias.

El recorrido propuesto va por ellos; parto desde la Plaza de Los Patos del Barrio de Vistabella, enfrente de la Iglesia Nuestra Señora de Fátima, 

escoltada por dos araucarias; la araucaria es un género arbóreo de coníferas, se le considera originario de Australia, Chile, Argentina, Uruguay o Brasil. En la actualidad, se distribuye por todo el mundo; son capaces de alcanzar los 70 m de altura en su hábitat natural, destacando por su longevidad.

Marcho al jardín del Auditorio Victor Villegas donde destaca el “árbol botella” Brachychiton populneus; su tronco engrosado permite el almacenamiento de agua que utiliza para su supervivencia en zonas de clima cálido y seco.

Me acerco a observar un eucalipto de buen tamaño 

y cojo el carril bici de la Avenida Reino de Murcia y Miguel Indurain, hacia el histórico huerto de palmeras datileras (incluido en el Catálogo de Árboles Históricos y Monumentales de Murcia),

 una red de andenes con zahorras naturales y capa final de alberos almagra, así como plantaciones de arbolado mediante ejemplares seleccionados de membrilleros y granados. 

Las palmeras aparecen sobre la tierra en el Cretáceo, de un número incalculable de especies en el curso de su evolución, la mas productiva es la datilera (Phoenix), se cultiva desde hace más de cinco mil años. 

Por la Rotonda de Los Cubos y la Carretera de Churra, 

exploro la zona ajardinada en el entorno de la finca de Torre Arcayna, 

contiene los ejemplares de pinos centenarios mas grandes de la ruta; dos ejemplares muestran signos de que se están secando.




De vuelta, paso por la Casa de Torre Arcayna en obras

 y la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación del siglo XVIII; 

desde el Camino de las Herreras visito un gran ciprés, 

enlazo con el Molino Alfatego

 y echo un vistazo al enorme cactus de la Torre del Fraile.

Cruzando por la parte Sur de Espinardo hacia la urbanización Joven Futura para cruzar frente al grandioso pino piñonero centenario y la Torre Falcón del siglo XVIII; 

aprovecho para internarme por un corredor

 y observar a la entrada de unas casas de la Albatalía otros dos pinos centenarios.

Recorro un parte del paseo del Malecón

 comenzando por la antigua granja de La Mariposa y su platanero, 

donde se hallan dos parejas dobles de eucaliptos; 



cruzo el Jardín de la Alameda

 y el Puente Inacua al camino Hondo para salvar las obras del ferrocarril; sigo por Torre Salinas hacia Aljucer, hago una parada en el Molino de Oliver (S. XVIII), es probable que estuviese edificado sobre los restos de un molino islámico (fue demolido en 2008).

desde el camino Viejo de Aljucer, cruzo por la pasarela del Palmar; rodeando las instalaciones del Centro Penitenciario

marcho a la Finca Mayayo

donde se encuentra su eucalipto, el más grande de la Región de Murcia, con 6,40 m perímetro o cuerda y 30 m de altura; 

me acerco a otro enorme y retomo la pista hacia la Ciudad Sanitaria virgen de la Arrixaca,

Por carril bici

 cruzo la Rambla del Puerto a la altura de un bosquete de grandes eucaliptos, 

de nuevo en el carril bici de la Costera Sur, lo sigo hasta salirme por el Camino de Salabosque a la mota del Reguerón; 

la dejo pedaleando hacia el Barrio del Progreso, cruzo por caminos de huerta hacia la Torre Caradoc, 

al final del camino abro una verja sin cerradura, 

con el fin de cruzar por un antiguo sendero muy bonito, 

aunque casi tomado por la maleza, 

a la unión de los Azarbes del Junco y de la Sierpe.

Por la Senda de los Garres enlazo con el carril bici del soterramiento; 

me salgo para disfrutar del Jardín del Infante, 

voy derivando otra vez por carril bici hacia el Jardín de Floridablanca; creado a mediados del siglo XIX, es el más antiguo de la ciudad; paso de alameda a jardín, está dedicado al ilustre murciano Don José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, ministro de Carlos III y Carlos IV; 

posteriormente se erigieron otros monumentos en honor a diversos prohombres murcianos, como los poetas José Selgas

 y Pedro Jara Carrillo,

 pero ahora mi interés radica en sus diez árboles ficus la mayoría del género Macrophyla con más de 100 años de antigüedad;

 también hay un drago canario.

Salgo por la Puerta del antiguo matadero, realizando unos metros por carril bus, para cruzar por la Pasarela Miguel Caballero 

al carril bici de vuelta a la Plaza de Los patos, terminando entre sus acacias y jacarandas

 con la estrella de la corona: un ginko biloba, originario de China, es una especie que ha sobrevivido a través de los siglos, destacándose por sus hojas en forma de abanico y su notable resistencia a condiciones adversas; sus hojas sirven para mejorar la memoria y la circulación sanguínea.

Despido este reportaje como lo empecé; alabando a estos seres maravillosos, que nos han proporcionado a lo largo de la Historia, frutos, madera, ornamentación, resinas, medicamentos, sombra y ejemplos de adaptación (Unos pocos árboles de ginkgo biloba, ubicados a menos de 2 km del epicentro de la explosión de la bomba atómica de Hiroshima, lograron sobrevivir a la inmensa destrucción y la radiación posterior, comenzaron a brotar a la primavera siguiente, simbolizando esperanza y renovación en medio de la devastación).

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