Albufera o Lago de Anna

 


Tras la ruta Fuentes y Gorgos de Anna, nos dirigimos a la cercana Albufera o Lago de Anna, distante poco mas de 1 km del pueblo,

es un paraíso acuífero de origen prehistórico (Mesolítico y Neolítico), con una una extensión de unos 300 m de largo por 180 m de ancho, poblado de aves acuáticas además de barbos y carpas; 

cuenta con una piscina natural adyacente, ya que el baño está prohibido en el lago.



Una de sus características morfología son los “ullals” (ojos), permiten la entrada constante de agua al lago de los acuíferos de la zona, 

que sirviendo como fuente de regadío para los campos del entorno, no en balde, el pueblo Almohade lo denominó como “al-yanna” (ojos de agua), topónimo de Anna, principal riqueza y reclamo de esta “Villa del Agua”.

Pinos, chopos y plataneros, proveen de abundante sombra el perímetro del lago, 

con posibilidad de alquiler de barcas entre abril y octubre, cuyos precios rondan los 8 € por veinte minutos, 

siendo la única forma de visitar el islote central del lago, conocido como el Merendero, con restos de los asentamientos prehistóricos.

Cuenta con servicios habilitados: aseos, zonas de pícnic y juegos infantiles, así como restaurantes y chiringuitos con terraza donde tomar una cerveza o refresco y picar algo. 

Aunque encontramos la entrada abierta y gratuita, ya que estuvimos entre semana (11 de junio 2025), supongo que aplicarán en temporada alta la tarifa establecida de 3 € para los mayores de 16 años; 1’50 € para menores a partir de 4 años y si se quiere estar todo el día; pero si solo se va por la tarde, 1’5 € y 1 € según edad.

Los musulmanes crearon el embalse que permitió el riego de grandes extensiones de tierras; tras la reconquista, los señores feudales se disputaron la posesión sobre los nacimientos de agua y el lago, frente al conde de Cervellón que, cansado de tantos pleitos, acabó a mediados del siglo XIX, cediendo al Ayuntamiento los derechos sobre los nacimientos de agua de Anna. 

En el siglo XX, los anneros lucharon por ejercer su control como dueños de la laguna; fue en 1966 cuando el Tribunal Supremo sentenciaba a las aguas de la Albufera de Anna, como propiedad exclusiva de su Ayuntamiento.

Las aguas del lago son dirigidas por la Acequia Madre hacia el pueblo y las huertas por varios ramales; uno de ellos discurre por el paraje de l’Assut y se precipita por el Gorgo Gaspar, otros alimentan a su paso lavaderos y abrevaderos. 

La Acequia Madre se adentra por el núcleo urbano, discurre subterránea por la Fuente de de Santa María, 

junto a la “pequeña alhambra” o Palacio de los Condes de Cervellón 

hacia la Bajada del Molino, provocando la cascada que lleva su nombre; 

era aprovechado su caudal por el molino de arroz que existía junto al palacio, también por varios molinos harineros, fabricas de paños y centrales hidroeléctricas, todas en ruinas.

Sus normas y medidas de seguridad implican entre otras, la prohibición de acampar o pernoctar, encender cualquier tipo de fuego o tirar colillas y los perros deben ir atados. 

Como habíamos traído comida para después de la ruta, la tomamos a la sombra en el único de los chiringuitos que estaba abierto, pidiendo permiso al tomar la bebida y los helados.

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