Paseo Botánico por Camposolillo y el Embalse del Porma
Accedemos desde Puebla de Lillo por la carretera LE-331; en 1,8 km, aparcamos en la explanada bajo choperas con el cruce del Río Porma.
Cruzamos la carretera
y el paso canadiense junto a la estación de aforos, pasando por Vega Namón con el pico Susarón de fondo;
la abundancia de los fuertes amarillos del gordolobo (Verbascum thapsus) atraen cantidad de insectos voladores
y llaman nuestra atención, al igual que las formaciónes del Perejil gigante (Heracleum mantegazzianum);
la variedad botánica de plantas y árboles resulta impresionante; vamos observando entre rosales silvestres y choperas, manzanos
avellanos,
un tilo enorme
junto a un gran cerezo de frutos amarilleando;
toda esta diversidad en la flora, se debe al cultivo y cuidado que los habitantes de Camposolillo dedicaron al terruño en su día.
La construcción de la Presa de Vegamián o Presa Juan Benet, por el ingeniero y escritor madrileño que la diseñó en la segunda mitad del siglo XX, alteró significativamente la geografía y la vida de la región, afectando a los pueblos circundantes (Vegamián, Campillo, Ferreras, Quintanilla, Armada y Lodares), aunque los otros (Rucayo o Valdehuesa),
los dos mas nombrados por no haber escondido sus vidas bajo las aguas, son Utrero, también conocido como El Balcón de la Montaña, se encuentra acotado para el ganado vacuno,
junto con Camposolillo, despoblado igualmente como consecuencia de la construcción del embalse del Porma en 1968; aunque ha habido varios intentos para devolver la vida a este pueblo, no han acabado de fructificar. Fueron expropiados pero no sumergidos, despojados de sus tierras de cultivo y cortadas las comunicaciones, sus habitantes se vieron obligados a emigrar.
Los efectos de la política hídrica en el desarrollo rural, junto al masivo éxodo a las capitales en busca de un futuro mejor para la población, en busca de oportunidades de trabajo remunerado, lejos de la sufrida e incierta agricultura dependiente de la climatología o la ganadería expuesta a trasiegos, enfermedades o accidentes, ha ido provocando el fenómeno de la España Vaciada. Echamos un vistazo a las ruinas de la Iglesia de Santo Tomás y su nido de cigüeñas,
aparecen las ruinas de una gran edificación usada como refugio vacuno y caballar,
un cartel privativo sobre las aves del entorno y,
entre majuelos,
las calmadas aguas del Embalse del Porma,
se destinaron a regadío, además de asumir la función de regulación de aguas fluviales evitando las riadas, con una capacidad de 317 hm³, suficiente para regar 45 000 ha.; es el tercer embalse más grande de la provincia de León, después del de Riaño (641,4 hm³) en el Esla, y Bárcena (341 hm³) en el Sil.
Disfrutando de las estampas coloristas que nos brinda el paseo,
evitando las zonas de suelo fangoso,
vamos rodeando la cota de Camposolillo (1197 m) bajo la Cuesta, en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre; hacia una entrada del pantano;
pasamos junto a una charca cuajada de ranas,
donde apenas si vemos a uno de sus diminutos congéneres.
Buscando alguna vereda que nos ponga de vuelta,
vemos las llamativas y venenosa dedaleras (Digitalis purpurea);
remontamos un talud
coronando una pequeña loma,
con cobertizo para el refugio del ganado con inmejorables vistas al Susarón o al embalse.
Nos dirigimos a la visible pista con las señales del PR-LE 15
al track de la ida; el camino, abundante en retamas finas (Retama sphaerocarpa)
y Hierbas de Santiago (Senecio jacobaea),
enlaza pronto con el track de la ida;
me desvío unos metros para ver la iglesia de Camposolillo desde otra perspectiva;
les abro la cancela a un grupo excursionista de jinetes,
ya que los caballos no pueden cruzar por el paso canadiense.
Pasamos de nuevo junto al portero de la finca, un gran mastín amodorrado a la sombra;
vemos a la derecha una extraña balsa circular encementada y desarraigada del suelo,
antes de alcanzar el aparcamiento.
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