Garganta de Los Hocinos en las Merindades Burgalesas

 

Accedemos por el Valle de Valdivielso desde Valdenoceda en Burgos, por la N-232 al Puente del Aire (o Puente Nuevo) sobre el Rio Ebro, aparcando la autocaravana a su salida.

Retrocedemos a pie volviendo a cruzarlo, 

descendemos al soto bajo el mismo, con zona recreativa y un aparcamiento para coches, donde comenzamos el itinerario por la Garganta de Los Hocinos; caminamos sendeando en dirección a las Ruinas de San Cristóbal (7km); 

uno de los caminos medievales con más historia y tradición de toda Castilla, el Camino Real o Ruta de la Lana, y una de las principales vías de comunicación de Las Merindades, conectaba Incinillas, en la Merindad de Castilla la Vieja, con Valdenoceda, en la Merindad de Valdivielso, dirigiéndose desde Burgos a los puertos cántabros. Pasamos el puente sobre una presilla que entuba el agua, 

encontrándonos numerosas muestras del arte que supone la pesca del cangrejo, cuya temporada en Castilla-León se extiende desde el 1 de junio al 31 de diciembre. 

Se permite la captura del cangrejo rojo (Procambarus clarkii) y el cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus), requiriéndose licencia de pesca y a veces un pase de control; el método principal es el uso de reteles (trampas) en los tramos exactos autorizados; se deja una carulina con el nombre y DNI en el extremos del hilo que sujeta el retel; 

se pueden utilizar un máximo de 20 reteles por pescador, ocupando hasta 100 m de orilla, con una distancia mínima de 10 m entre ellos y resulta obligatorio que el pescador esté presente cuidando de sus reteles (se prohíbe el uso de cebo vivo, permitiéndose solo cebos muertos, como trozos de pescado).

Comenzamos a distinguir las paredes rocosas de la Sierra de la Tesla, 

entre la gran variedad vegetal: bojes, Arrayán Morisco o Rusco, 

avellanos 

y quejigos en este corredor ribereño; 

nos asomamos a un mirador sobre el río, 

continuando con la observación de acebos, 

álamos centenarios 

y verdes madroños; 

la increíble belleza de esta séptima etapa del Camino del Ebro GR-99, 

no solo adorna el tupido vergel, 

sino que dispone de pasarelas y escaleras, 

para ir salvando los obstáculos orográficos en algunos tramos, 

debido a la estrechez que presenta el desfiladero.

Acabados los tramos asistidos, 

se oye el sonido de un ancho y bajo salto de agua, 

desde el que nos aupamos recorriendo un sombrío hayedo, 

para alcanzar una plataforma de madera, 

donde retornar y seguir ruteando hacia Cantabria.

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