Leyenda y Cueva de Antonete Gálvez-Senda de la Umbría y Conjunto de Yesos de Torreagüera-VG Miravete y Cuevas de Los Ramos

 



Accedemos desde Murcia a Torreagüera por la Costera Sur RM-300, subiendo por la Calle de los Pinos al aparcamiento.

Partimos en ligera subida por el sendero del aparcamiento cruzando el pueblo 

por la Calle Rambla hacia el cementerio 


donde se hallan enterrados los restos de Antonete Gálvez (1819-1898), labrador, mitad político, mitad bandolero y apasionado defensor de una república federal para España, protagonizo el levantamiento republicano de la Sierra de Miravete; lideró la sublevación cantonal para proclamar la I República Española, condenado a muerte dos veces y exiliado en ambas ocasiones, regresó a su tierra un año después para luchar contra la epidemia de cólera que estaba asolando la región, 

La Guardia Civil se presentó en el entierro de su esposa para detenerle, pero la aureola de héroe que Antonete despertaba en todo el pueblo le procuró la libertad una vez más. El final de la experiencia cantonal es pagado por Gálvez con el exilio, pero la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII le permite, mediante amnistía en 1891 regresar a su Torreagüera natal, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Murcia. Gálvez murió el 28 de diciembre de 1898; la iglesia le negó cualquier sacramento prohibiendo su entierro en suelo santo, tuvieron que transcurrir 50 años más, para que reposara en este cementerio de su pueblo natal junto a paisanos y familiares.

Iniciamos La Senda de la Umbría, PR-MU 40, 

abrupta y paralela al Barranco de la Higuera, para ver El Conjunto de Yesos de Torreagüera; 

dos de los tres hornos han sido restaurados, dan testimonio de que ya en tiempos de los romanos, las canteras y los hornos yeseros convirtieron la sierra en industria.

Sus estructuras de mampostería trabadas con yeso se ubicaban en zonas con pendiente variable, para facilitar el acceso a los trabajadores al interior del horno, cuya estructura abovedada contenía la leña y, sobre ella, se disponían las piedras ricas en yeso -o aljez-, cociéndolas durante unas 10 horas. Una vez deshidratado, el yeso era trasladado a las eras de molienda, donde se trituraba y quedaba preparado para su uso en la construcción.

Dejando el sendero principal por otro pateado en ascenso, 

nos permite alcanzar la entrada a la Cueva de Antonete Gálvez; 

acometemos los 100 m aproximadamente de largo que tiene esta cueva 

con galerías a ambos lados, aunque una de ellas, 

según cuenta la leyenda, Antonete la utilizaba como pozo para descender al Huerto de San Blas, donde estaba la vivienda de sus suegros; ¡cualquier se atreve a comprobarlo!

Tras la breve exploración 

encontrando varios murciélagos, 

descendemos por el canchal formado por los estériles de esta cueva de nuevo al sendero 

seguimos pasando junto a las antiguas canteras de yeso -o minas a cielo abierto- con restos de silos y hornos; 

su explotación viene de los árabes. 

Las piedras de yeso (aljez) 

se cocía en hornos para triturarlo, transportarlo y venderlo.

En una de sus tornantes aparece otra de las muchas cavidades que horadaban el monte en busca del oro del Miravete; 

acabamos saliendo a la pista 

y ascendemos el repecho 

al vértice geodésico del Miravete (427 m), 

disfrutando de la panorámica 

sobre La Panocha en la Cresta del Gallo, Los Mamellones, Columbares, gran parte de la Vega del Segura, las Sierras de Espuña, Ricote, Orihuela, Carche y de la Pila, el embalse de Torremendo, etc.

Retrocedemos unos metros 

al Gran Mirador de la Huerta de Murcia 

y volvemos a la pista; en el primer cruce tuerzo a la izquierda en ascenso, veo los estragos del ultimo incendio 

enfrente de la balsa; giramos a la izquierda en el Collado de Las Majadas, realizamos un corto tramo por la zona de Los Eslabones, según cartel con barrera de propiedad privada; en 500 m aparece la barrera de salida, seguimos en descenso cada vez mas acusado con piedras y grandes vistas.

Seguimos rectos en el cruce pistero por sendero; 

en otra ocasión aparecieron un macho cabrío con dos de sus cabras, 

ahora asalvajadas al escaparse del recinto que las custodiaba.

Entramos en la zona amesetada donde se encuentran las dos Cuevas de Los Ramos; fruto de la extracción de piedra para la construcción de carreteras, sirvieron posteriormente como refugio para personas sin techo, como polvorín, cultivo de champiñones y aprisco. La primera se halla bien tapiada; 

la segunda de gran tamaño, 

con desplomes en su interior y cámaras con escombros; 

resulta todavía majestuosa.

Acabado el descenso, rodeamos la conservera Tana, de manipulado y envasado de cítricos destinados a consumo en fresco, 

alcanzamos el aparcamiento por la Cañada Real de Torreagüera.

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