Puerto de la Cruz
Accedemos desde la TF-5 al aparcamiento del Campo de Futbol El Peñón (28°24'58.99"N 16°33'22.20"W) en Puerto de la Cruz (Tenerife). Al Puerto de la Cruz se le llamaba Puerto de la Orotava, pero a finales del siglo XVI, le cambiaron el nombre debido a que los colonos plantaron una cruz en el muelle. Partimos por la Calle Mequinez en el barrio de La Ranilla,
antiguo barrio pescadores, que aun conserva parte de la arquitectura tradicional de las clases más modestas,
siendo sus pequeñas y coloridas viviendas objeto de nuestra atención,
como la Ermita de Las Lonjas
y la Ermita de la Cruz Verde o de Santa Rita, de fachadas blancas revestidas de cal rematadas con una rustica cruz, fueron construidas entre los siglos XIX y XX, de planta rectangular y con cubierta a dos aguas.
Al final de la Calle Mequinez se encuentra el Muelle de Puerto de la Cruz tuvo una frenética actividad comercial por la alta demanda de plátanos y vino, La Casa de la Aduana es un ejemplo. Pasamos junto a la popular escultura de la pescadora
y rodeamos la Casa de la Aduana, casona del siglo XVII, posteriormente arrendada a la Real Hacienda; adosada al edificio aparece una cruz llamada “La Carola”; la más antigua de las que se tiene conocimiento en el Puerto de la Cruz, marcando la cristianización y de donde la ciudad tomó su nombre. Ademas de gestionar y vigilar que las normas legales de tránsitos se cumplieran, sus bajos fueron sede del Consulado Británico.
Pasamos por la Batería de Santa Barbara, mandada construir para defender el Puerto Viejo de los posibles ataques de piratas y corsarios;
destacan la colección de cañones de los siglos XVIII y XIX
cedidos por el Ministerio de Defensa el año 1992,
en memoria de los cuatro que hubo, dos de hierro y dos de bronce, con los escudos de armas de Portugal y Holanda, ya que provenían de un buque holandés.
Abandonamos el bastión y la escollera, haciendo una parada en el mirador de la Punta del Viento,
nos acercamos a una tienda cruzando la carretera, para adquirir unas gafas de sol; reanudamos la marcha hacia la adorable Ermita de San Telmo,
de planta rectangular con cubierta de teja árabe a dos aguas, nos recibe su humilde y sobria fachada, con dos pórticos de cantería basáltica dispuestos sobre sencillas pilastras, que sostienen un arco de medio punto y la espadaña doble con campana.
En su interior se venera la imagen de San Telmo, sale en procesión, acompañado por la imagen de Nuestra Señora de la Virgen del Carmen, en las fiestas patronales del mes de Julio.
Vamos rodeando el Lago Martiánez, obra del polifacético artista lanzaroteño César Manrique, supuso uno de los grandes hitos turísticos de la ciudad allá por los años 70;
complejo de piscinas construidas artificialmente cuya estructura está creada bajo el nivel del mar.
Su piscina principal dispone de una gran fuente utilizada para llenar el vaso principal con agua de mar; dispone de 100.000 m² de piscinas, zonas ajardinadas y monumentos inspiración a su creador, tales como el Monumento a la Ola, la Jibia o la escultura Barlovento.
Otra de las atracciones turísticas con que cuenta la ciudad, es el Loro Parque, un gran zoológico con una colección de plantas tropicales.
Hacemos un descanso para tomarnos el café y buscamos, unos metros mas adelante por la Avenida Cristóbal Colón, la subida por el Paseo de las Palmeras,
para terminar callejeando hacia el Centro Histórico, en cuya plaza se encuentra la Iglesia de la Peña de Francia y su torre campanario;
por la Calle Quintana vemos la Iglesia de San Francisco y la ermita de San Juan Bautista, formando una sola edificación,
poco mas adelante, pasamos junto a la placeta ajardinada de Víctor Pérez, un médico palmero que impulsó la botánica canaria,
finalmente cruzamos por la Plaza del Charco
a la Calle San Felipe,
para cerrar el círculo del paseo turístico.
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