Torcal de Lagunaseca-Laguna Grande del Tobar

Accedemos al aparcamiento habilitado junto a la carretera (CUV-9031) de Lagunaseca a Santa María del Val (40°31'27.55"N 2° 1'21.07"W).

Partimos caminando desde la cartelería informativa sobre las Torcas Monumentales de Lagunaseca, 

con una superficie 188 hectáreas, nos regala con formaciones geológicas constituidas por diferentes torcas o hundimientos del terreno, presentan una forma más o menos circular, de entre 30 y 500 m de diámetro; 

este tipo de hundimientos se definen como dolinas, un tipo especial de depresión geológica característica de los relieves kársticos, constituidas como consecuencia de la acción erosiva de aguas carbónicas subterráneas sobre rocas calizas muy solubles.

En el descenso pistero, a nuestra derecha, vemos el Hoyazo, una extensa depresión del terreno muy fotogénica, 

a nuestra izquierda, la Torca Miguel Orea (En la localidad, cada torca recibe el nombre de quien labraba su fondo); 

abundan los restos del ganado cerca de un abrevadero, 

huellas del paisaje en la relación del ser humano con su entorno: Restos de tinás o parideras, fuentes conservadas por los pastores para saciar su sed y dar de beber al ganado, pastos mantenidos a diente, cañadas, cordeles y veredas, nos hablan de la historia ganadera de la comarca.

Entre la vegetación, vamos observando pinos laricios, aliagares, tomillares, salviares, esplegares, sabinares albares y bujedales; 

giramos a la izquierda por el Estrecho de la Veguilla, 

siguiendo la pista paralela al cauce seco del Arroyo de la Veguilla (GR-66), donde proliferan además guillomos, enebros y espinos;

 a su salida, alcanzamos el cruce hacia la Laguna Grande del Tobar.

El complejo lagunar del Tobar es un humedal generado en una gran dolina de 19,5 m de profundidad, sorprendente por sus aguas de diferente origen y densidad, que no se mezclan nunca e incluyen dos lagunas, la Grande y la Pequeña, hubo una tercera, la Laguna Ciega, ya desaparecida por acumulación de sedimentos; 

protegida por un paredón de dolomías cretácicas de 60 m de altura, se nutre de aguas que tienen un doble origen: De forma superficial se alimenta del Arroyo de la Madre, cauce estacional de caudal variable y artificialmente a través del trasvase del río Cuervo desde el embalse de la Tosca; 

de forma subterránea, recibe aguas hipersalinas filtradas en estratos ricos en cloruro sódico, que se diluye en las aguas. 

La Laguna Grande vierte sus aguas al río Masegar, cuyo caudal se encuentra regulado con una presa. La diferencia de densidad entre las aguas hipersalinas, más densas y por tanto situadas en el fondo, y dulces, con menor densidad ocupando las capas superficiales, provoca que no se mezclen nunca, un fenómeno conocido como meromixis.

Vamos rodeando la laguna 

pasando por umbrío encinar, 

llegamos al Mirador de la Laguna del Tobar, 

donde disfrutar de las vistas. 

Volvemos sobre nuestros pasos

al cruce de la ida; 100 m adelante, torcemos a la izquierda por pista en progresivo ascenso, paralelos al Arroyo de valle Solanilla (PR-02); 

entrando nuevamente en el paisaje protegido de las torcas; 

por la derecha vemos la torca Boca del Valle; 

al pie y fondo de las torcas, suelen aparecen avellanos, cerezos de Santa Lucía y arces, en las paredes, vegetación rupícola té de risca o potentilla de roca entre los estratos casi horizontales de las calizas muy fracturadas del Jurásico; este tipo de fracturas o diaclasas se originan por descompresión y no generan movimientos de bloques (a diferencia de las fallas que sí implican desplazamiento). 

El agua contenida en estas fracturas, al congelarse, aumenta su volumen y provoca su rotura (gelifracción) generando desprendimientos y acumulación de derrubios en las paredes de las torcas dando lugar a canchales. 

Enlazamos con el track de la ida cercanos al aparcamiento, fin de trayecto.

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