Valtablado de Beteta-Mina de Cueva del Hierro

Accedemos en la Alta Sierra de Cuenca a Cueva del Hierro desde la CM-210, aparcamos en la explanada de la zona alta, 

enfrente de los juegos infantiles 40°35'8.16"N 2° 2'17.99"W.

Partimos caminando por la pista en ligero descenso; tras 100 m, atajamos por la derecha; 

la pista se acerca al Arroyo de la Nogueruela 

pasando por un abrevadero; 

en la ligera subida vemos a la izquierda una charca, 

ascendemos finalmente por el Valle de la Navareja, 

donde se encuentra el primer objetivo de la ruta: Las ruinas del pueblo Valtablado de Beteta o de La Sierra.

A medio camino entre Valsalobre y Cueva del Hierro; 

en el año 1950 contaba con ayuntamiento propio y una población censada de 117 habitantes; disponía de 40 casas de pobre construcción, 

incluida la del ayuntamiento que servía de cárcel; había escuela de primeras letras concurrida por 20 niños y pagado su maestro por los padres de los alumnos;

 para surtido del vecindario se hallan varias fuentes fuera de la población con la iglesia parroquial servida por un cura y su sacristán. 

Bien provistos de leña, cultivaban en las pocas tierras aprovechables, trigo, cebada y centeno; también disfrutaban de algunos perales con hojas de almendro; 

la principal actividad económica era la cría de ganado lanar realizando la trashumancia; también cazaban liebres, conejos, perdices, venados y corzos.

En 1970 su población se redujo a menos de la mitad, quedando solo una decena de casas abiertas; 

la despoblación final se produjo cuatro años después, 

debido a la expropiación de los terrenos de la aldea por el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), cuando apenas si quedaban diez familias. 

Los descendientes de las familias expropiadas, crearon en 2007 la asociación El Rinconcillo de Valtablado, para tratar de recuperar los terrenos; vuelven cada verano a recorrer sus calles y a llenar de voces y risas sus rincones y placetas.

Entre 1950 y 1960, algunos de sus habitantes trabajaban en la mina de la Cueva del Hierro hasta que dejó de funcionar; 

la mayor parte de los servicios necesarios para el funcionamiento del pueblo (médico, cartero y cura) lo recibían de Beteta, ayuntamiento al que pertenecían, al igual que otras 6 pedanías. 

Celebraban fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario el 7 de Octubre; el 23 de Abril, las del patrón San Jorge y también “Los Mayos” donde los mozos cantaban casa por casa, recibiendo presentes para realizar una merienda conjunta. 

Tuvo el pueblo un establecimiento que funcionaba como bar, tienda de comestibles y zapatería. 

El progreso les trajo el teléfono, ablentadoras para la trilla, la luz eléctrica y finalmente la tv.

El pueblo actuaba como una gran familia, ayudando en las faenas agrícolas o la matanza y asistiendo conjuntamente a bodas, bautizos y sepelios, o reuniéndose los atardeceres veraniegos en animadas tertulias. 

Debido a la dureza y esclavitud de la vida campestre y la inquietud por el porvenir de los jóvenes, poco a poco fué despoblándose, 

al igual que otros pueblos con sus historias que nos hablan de “La España Vaciada”.


https://www.lospueblosdeshabitados.net/2021/09/valtablado-de-beteta-cuenca.html


Regresamos por el mismo camino, 

para cumplimentar nuestro segundo objetivo: Al ser finde y cercana la hora del turno de las 12 h, vamos a visitar de la mano de Rubén la Mina en Cueva del Hierro.

Pagamos 7,5 €, nos colocamos la malla y casco con frontal; salimos al exterior donde comienza el guía a desgranar la historia de la mina,

 traspasamos el enrejado 

y descendemos las cortas escaleras al fondo de la misma con tres galerías principales; me sorprendió que no hubiese mucho polvo en suspensión, aunque si se prolongase la visita saldremos con “olor a mina”.

Rubén, el guía, nos hace la introducción previa histórica, mientras vamos progresando por su interior, refiriéndonos de forma amena con detalles técnicos, sociales y humanos, tanto la composición de los minerales, 

con los llamativos colores que revisten las paredes y variedad de coladas (marrón oscuro, negro o grisáceo de la siderita; pardo amarillento de la limonita; rojo translúcido del Oligisto), 

sin olvidarnos de un hongo que se reproduce por contaminación exterior, provocando en la cuerda de protección que se pudra y extendiéndose por las húmedas y sombrías paredes en forma de extensas ramificaciones.

La explotación del mineral de hierro es de origen prerromano, está documentado arqueológicamente desde la segunda edad del hierro por parte de los celtíberos, aunque la época de mayor esplendor fue durante la ocupación romana, usando el mineral para fabricar armamento y herramientas; 

para ello contaban con vías romanas que servían para poder transportar estos recursos mineros. Aunque alberga más de cinco kilómetros de túneles, solo se visitan opcionalmente dos partes, una mas de espeleología que otra, donde veremos los diferentes minerales de hierro más comunes, la historia de la explotación, la evolución de las técnicas extractivas e incluso los diferentes sistemas de iluminación.

Nos contó que la población romana de Segóbriga, basaba su economía en la venta de láminas finas de yeso cristalizado, que dejaban pasar la luz y devolvía la imagen como si fuese un espejo, pero para extraerlo, requerían la ayuda de las herramientas de hierro que fabricaban con el material extraído de la mina. Siglos más tarde -Época Medieval- continuaría siendo explotada para forjar armas, puertas y rejas, que se pueden apreciar en el casco antiguo de la ciudad.

Charlamos sobre el durísimo modo de vida que llevaban los esclavos en el interior del yacimiento, nos llevó al sorprendente manantial, 

a 140 m de profundidad, 

que proveía el agua a los mineros, 

muchos de ellos, niños que no sobrepasaban los diez años, ideales para abrir pequeños túneles a modo de catas en busca de vetas; 

si daban con una, entonces se ensanchaba para su explotación, de no ser así, se tapiaban con escombros y, si en el desempeño de esta función había un derrumbe, quedaban sepultados sin molestarse en intentar recuperarlos, pues su vida no valía gran cosa y eran reemplazados por otros. 

El imperio romano sometía con sus legiones a otras tribus, imponiendo sus leyes, requisando sus valores, “civilizando a la población” y tomando esclavos para sus fines, como eran, por ejemplo, las famosas minas de Britania.

Igualmente fue detallando la sucesión de acontecimientos a lo largo del tiempo hasta su cierre definitivo a mediados del siglo XX, donde se les exigió a los mineros, por parte de los propietarios/arrendatarios de la mina, los Marqueses de Urquijo, el desmantelamiento de los raíles y el transporte de vagonetas al exterior, antes de derrumbar parte de la bóveda principal

 y que no la explotara nadie del lugar. Una vagoneta parcialmente dañada, ya que aún bascula, aunque no rueda, quedo como recuerdo ante la negativa de los mineros para sacarla a pulso.

La visita se complementa finalmente visitando el cercano Centro de Interpretación de la Minería, que no hicimos, ya que coincidía con nuestra vuelta a Murcia, tras cuatro días disfrutando de rutas por la Serranía Alta de Cuenca.

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