Yacimiento Cabezo del Plomo-Arco de Bolnuevo-Cuevas del Plomo-Trampantojo de la Cantera-Ciudad Encantada de las Gredas de Bolnuevo

 

Accedemos desde la Autovia Totana-Mazarrón RM-3, a su final seguimos por la RM-332 y RM-D6 hacia Bolnuevo; aparcamos en la explanada de las Gredas.

Partimos caminando en subida por la urbanización Playasol, 

con vistas de nuestro elevado destino, 

salvando el barranco, pasamos junto al restaurante Zaira Salones

 y rodeamos la desaladora Virgen del Milagro.

Dejamos el asfalto por pista en las estribaciones de la Sierra de las Moreras, hacia el cerro amesetado a 86 msnm, donde recorreremos el conjunto arqueológico del Cabezo del Plomo, 

un yacimiento con una extensión de 3.200 m², observando las réplicas de unas sepulturas megalíticas de tipo tholos con túmulo circular, destruidas por la actividad de una cantera, que abastecía de material la construcción del puerto deportivo de Mazarrón.

En el poblado fortificado, 

a caballo entre el Neolítico final y principios del Calcolítico levantino, puede contemplarse, en la zona baja del cerro, restos de un enterramiento en tholos, testimonio del megalítismo en la zona y en la parte elevada se conservan la muralla y las cabañas circulares. 

Las viviendas son de estructura circular, algo ovalada y conservan parte del zócalo de piedra. Como se han datado 11 habitaciones y 8 bastiones, es posible que conviviesen entre 80 y 100 habitantes.

Dentro del poblado, se encontró abundante cerámica, objetos de adorno realizados con material marítimo, puntas de flechas con aletas y de silex; 

el topónimo del yacimiento procede de una cueva situada dentro del mismo poblado, junto a una de las casas, esta cavidad sería de gran utilidad para los habitantes del poblado, al contener un acuífero, en la actualidad seco dado el gran uso que se ha dado de sus niveles freáticos para la agricultura de regadío de la zona.

Hemos comprobado que la erosión de este suelo, es muy notable dada su composición (pizarras, gneis, cuarcitas, filitas y esquistos) y la ausencia de una vegetación más allá del matorral; quedando reducida la actividad agrícola, la pesca tuvo, junto a la caza y, en menor medida, la ganadería, resultaron fundamentales en la economía del poblado.

Dejando atrás el yacimiento, comenzamos un fuerte ascenso por la cuerda lomera, 

la brisa marina alivia nuestros sudores al acometer semejante desnivel, las vistas también ayudan; 

alcanzamos una muestra litúrgica, 

previa al Arco de Bolnuevo, 

otro objetivo de nuestra ruta; por la izquierda, asomándonos con mucho cuidado, pues hay que salvar unos metros barranqueros, ya se puede ver su cercana ubicación; 

seguimos unos metros por la traza senderil de arriba y veremos un gigantesco monolito, 

nos sirve de referencia para encontrar el paso rocoso, que nos va a permitir descender unos metros a su base.

La sierra de las Moreras está compuesta de rocas carbonatadas (dolomías, mármoles) y silíceas (esquistos, filitas), presentando por la acción geológica y erosiva, formaciones curiosas como el Arco de Bolnuevo, aunque visible desde la pista de subida, una vez arriba, nos costó encontrarlo ya que no hay ningún hito y desde el sendero se mantiene oculto.

Seguimos cresteando por el sendero hacia el Cabezo de los Pájaros,

 pasando junto a dos ventanicas, 

disfrutando de la perspectiva que nos ofrece el Golfo de Mazarrón a la izquierda 

y los restos mineros del Cerro San Cristóbal a la derecha. 

A medida que perdemos altura 

nos dedicamos a buscar el arco, caminando esta vez horizontalmente para aparecer bajo el mismo; 

como quiera que observamos unas cuevas, aparentemente cercanas, nos dirigimos a ellas sin camino definido, pero obstaculizado por el matorral espinoso y roca suelta; hecha la exploración y fotos, 

regresamos para continuar con el descenso.

Al pasar por la cantera vemos otro “arco de roca”, desciendo a explorarlo y no lo encuentro, hemos sido victimas de un trampantojo; 

entre risas y mosqueo, terminamos bajando a la Ciudad Encantada de las Gredas de Bolnuevo, 

examinando sus espectaculares formaciones geomorfológicas, destacan dentro de un paisaje semiárido; la acción del viento y del agua ha modelado las caprichosas formas de las Gredas

 constituidas por areniscas (fácilmente disgregables) y conglomerados con distinto grado de compacidad, 

prevaleciendo los de mayor resistencia (conglomerados) a los procesos de abrasión, creadores de la erosión alveolar que las hace especialmente atractivas. 

Solo nos resta cubrir la pequeña distancia al coche.

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