Albarracín y su Paseo Fluvial
Tenia pensado aparcar a la entrada al pueblo (viniendo de Teruel) donde montan un mercado los fines de semana 40°24'30.90"N 1°26'18.98"W, pero ahora cobran a 1€ la hora hasta un max. de 4€, como no me permiten pernoctar con la autocaravana; lo hice desde el hospedaje de mis acompañantes en el Hostal Los Palacios.
Salimos por la Calle Palacios en la zona Oeste del casco histórico de Albarracín, situada en los Montes Universales a 1.171 msnm, es ciudad medieval que se asienta en el istmo y la península que forma el río Guadalaviar, rodeado por las murallas y el Castillo del Andador. Llegamos al arco donde nos tropezamos con la Casa de la Julianeta,
cojitranca y cabezona sita en el Portal de Molina (de él partía el camino que iba a la Molina de Aragón); sus ventanucas impedían la entrada del frío, los sobresalientes aleros, le proporcionan cierta amplitud a sus reducidas dimensiones.
Sus casas nos llaman la atención por el detalle de sus puertas y llamadores (picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón),
sus diminutas ventanas (con visillos de encaje), sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada.
El encanto de Albarracín aparece en el trazado irregular de sus calles adaptadas a la difícil topografía del terreno, con escalinatas y pasadizos en el conjunto de su caserío de muros desiguales, casas con entramado de madera,
en difícil equilibrio, con aleros que se tocan,
revocadas con yeso de color rojizo (la tierra arcillosa se extrae de la zona cercana al Bco. del Cabrerizo y las pinturas rupestres en el Paisaje del Rodeno).
Pasamos por la Casa-Museo Albarracín (siglo XVII)
y hacemos una paradita en el Portal del Agua, por aquí se bajaba a coger agua del río Guadalaviar, se conserva su arco y una torre adosada al recinto interior que lo defendía.
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Entramos en la Plaza Mayor y su Ayuntamiento,
torcemos a la derecha por la Calle de la Catedral;
tras la Casa de Los Monterde,
se abre una plazoleta con el Museo Diocesano y poco mas adelante el mirador con vistas de la Muralla;
cambiamos la Calle Sta. María por la del Salvador, para ver en la Plaza del Aseo
la Catedral del Salvador, se asienta sobre los restos de un antiguo templo románico (siglo XII). A principios del siglo XVIII se reformó el interior del templo con elementos barrocos, aunque la torre es renacentista.
Llama nuestra atención una antigua reja de hierro
y el sumidero mazmorrero.
Nos asomamos a la hoz que forma el río Guadalaviar
y volvemos para entrar en la catedral
y descender
para realizar su paseo ribereño,
a través de una senda que permite recorrer el meandro que forma dicho río sobre la ciudad de Albarracín.
Desde el aparcamiento
llegamos al Molino del Rey,
comprado por el ayuntamiento para construir una piscifactoría;
cruzando por debajo,
a través de sendero vamos fresquitos por el margen del río,
vislumbrando entre alameda, chopera, trepadoras, frutales, saltos de agua y pequeñas huertas conectadas por puentes de madera.
A la luz de la luna llena estival, la princesa Doña Blanca baja de su torre para darse un baño aquí.
En Huerta Vieja,
ascendemos por unas pasarelas con vistas al bosque de ribera;
comienza a llover cuando se abre el cañón con el pueblo y sus murallas al fondo, unas norias mueven el agua de sus canales de riego en las abancaladas huertas bajo los escarpes,
aparece como dormida una cabra blanca, aunque no existe altura para haberse despeñado, esta muerta de hace poco tiempo.
Una vez cruzado abajo el Puente de Los Carneros,
tras un repecho,
llegamos al puente colgante del Parque,
continuamos por la izquierda en ascenso, incorporándonos desde la carretera a la Plaza Mayor de Albarracín; continuamos por la Calle Azagra donde algunos tejados casi se incrustan en las ventanas de enfrente, creando un ambiente penumbroso y de misterio.
Nos refugiamos de la lluvia en el Casino, tapeando hasta que amaina y volvemos a la salida.
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