Senderos de la Hoya de San Roque y del Martillo-Barranco del Saltador

 

Accedo a la Ermita de San Roque desde la Autovía A-30, salida 110 a la carretera nacional 301 y al cruce; en unos metros aparco

 junto a la ermita de estilo barroco del siglo XVIII, con una única nave dividida en tres tramos y cubierta con bóveda de cañón; el crucero está cubierto con cúpula semiesférica; el interior carece de mobiliario litúrgico a excepción del retablo neoclásico realizado en estuco policromado. Su edificación parece que se debió, a que Blanca se libró de una epidemia en el Valle de Ricote.

Parto rodeando la ermita en suave ascenso por el Sendero de la Hoya de San Roque (PR-MU 24),

entre olivos y algarrobos 

cruzo la pista asfaltada

 y enlazo con el Camino Barrio del Catre, 

lo sigo a la derecha faldeando la Sierra de la Navela con vistas de las Sierras del Solán, Ricote y Salitre; 

mas adelante hago una parada en el Mirador de la Navela,

con vistas del Embalse de Ojós, las poblaciones de Blanca y Abarán, las Sierras del del Oro, Almorchón y la Pila.

Sigo en descenso poco acusado

hasta el inicio del Sendero del Martillo, 

con tramos hacia su mitad y cerca del final, erosionados, abruptos y de increíbles vistas; 

hago una paradita en su mirador natural;

 se hace pista tomando anchura, entre olivos giro a la izquierda por traza motera.

La traza está hecha por las motos de enduro, la razón de tomarla es por si me sirve para hacer trialeras con la bici; 

no esperaba que fuese tan bonita, ni tan rompepiernas, además de muy difícil para ir montado, dados los ramblizos que atraviesa y lo precaria que se torna en algunos puntos.

Uno de ellos sorprende por el suelo de ondulado de roca con un canal de paso, fascinante este rincón; 

sigo sorprendiéndome a cada paso, pues veo un crestón rocoso con multitud de covachas; 

aunque he olvidado los bastones y voy solo, intento acercarme lo máximo posible a la entrada de la mas prometedora, 

pero el terreno de mucha pendiente con tierra suelta, es un continuo reto y lo peor es la bajada.

De vuelta a la traza endurera, 

sigo descendiendo

 coqueteando con el Barranco del Saltador, 

aunque me he fabricado un track, coincide casi en su totalidad con las huellas de los neumáticos en la roca; realizo un descenso acusado al fondo del barranco por suelo pétreo, con humedad resultaría del todo imposible mantener la verticalidad dada la excesiva pendiente.

La parte final no desmerece en absoluto y, 

solo cuando alcanzo un talud con muro de mampostería, 

dejo la trazada de las motos, sigo a la izquierda pegado al muro hasta su final en el feo desguace; 

el sendero continua cambiando de dirección de vuelta al cruce de la ida, con rampón incluido para evitar el vallado de una finca.

Finalmente, acabo caminando pegado a su alambrada un corto trecho, 

desciendo a la altura del Canal del Taibilla soterrado, a la pista con el enlace de vuelta al aparcamiento.


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